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La era de la desinformación

La Era de la Información, Era Digital o Era Informática se caracteriza por el uso de la tecnología de la información y de la comunicación. Esta era comenzó con la llegada de la revolución digital que hizo que el flujo de información se hiciera más rápido que el movimiento físico. La cantidad de nueva información que recibo a diario es tan grande como un elefante. Pienso que no me va a alcanzar la vida para leer y aprender todo lo que deseo. Hoy estamos viviendo en medio de una gran paradoja, pues a pesar de vivir en plena Era de la Información, nuestra sociedad está muy desinformada. Hace un mes leí un artículo de prensa que me alarmó. Se titulaba “Los seis pilares de la era de la desinformación” Es tal la inquietud por la abundancia de desinformación, información falsa y propaganda que muchos gobiernos ya proponen leyes sobre el tema. En junio del 2017, el Parlamento alemán aprobó una ley que incluye multas por montos hasta de 50 millones de euros para las redes sociales que no eliminen contenidos “obviamente ilegales” en un plazo de 24 horas (por ejemplo, incitación al odio, la violencia y noticias falsas). Y Singapur anunció planes de introducir leyes similares el año entrante. En julio del 2017, el Congreso de los Estados Unidos aprobó una amplia serie de sanciones contra Rusia, por el presunto patrocinio del Kremlin a campañas de desinformación que buscaron influir en las elecciones presidenciales. Intervenciones como estas son esenciales para cortar el círculo vicioso de la desinformación, pero aunque todas ellas apuntan a las plataformas digitales, suelen omitir algunos aspectos. Hoy en día cualquier persona puede comunicarse a través de internet y ejercer influencia. Esto ha traído muchos beneficios, pero también supone serios riesgos, el primero de los cuales es la pérdida de las normas de excelencia periodística usadas por los medios tradicionales. Y la falta de esa intermediación nos deja como abandonados en una isla a merced de discursos carentes de hechos universalmente aceptados y verificables. En lugar de recibir información directamente de intermediarios institucionales (que con todos y sus defectos siguen normas editoriales), hoy la obtenemos de nuestras redes de contactos, donde no siempre es exacta o relevante. Antes, los lectores podían distinguir fácilmente entre fuentes creíbles y no creíbles. Ahora, en cambio, un artículo de un periódico de alta circulación compartido por un amigo o familiar puede verse igual que otro sacado de un blog de teorías conspirativas. Un estudio reciente del Instituto Americano de Prensa determinó que el remitente del enlace importa más a los lectores que la fuente original del artículo. Es común que las noticias en internet no indiquen el medio que las origina y carezcan de la firma del autor. Esto impide ver posibles conflictos de intereses, ofrece coartadas a quienes hayan manipulado la publicación de información y crea un terreno fértil para la actividad de bots o sistemas automáticos que simulan acciones como dar un ‘me gusta’ e incluso respuestas específicas de supuestas personas para crear tendencias e influir en la opinión de la gente. Un estudio del 2015 halló que alrededor del 50 por ciento del tráfico web mundial procede de sistemas automáticos; hasta 50 millones de usuarios de Twitter y 137 millones de usuarios de Facebook que exhiben comportamientos no humanos. Es verdad que hay sistemas automáticos ‘buenos’, por ejemplo, los que ofrecen atención al cliente o actualizaciones del clima en tiempo real. Sin embargo, también hay muchísimos agentes nocivos que manipulan portales informativos para promover ideas extremas e información inexacta y hacerlas pasar por posturas populares y aceptadas. La desinformación es un cáncer y es imperativo, hacer algo al respecto. ¿Se pueden imaginar lo que podría pasar con nuestra civilización si este fenómeno de desinformación sigue creciendo? ¿Qué va a pasar con nuestra sociedad si seguimos dándole credibilidad a noticias falsas? Si todos nosotros podemos hacer difundir contenidos de forma indiscriminada, ¿qué clase de consecuencias vamos a originar? Los invito a cuestionar toda información que llegue a ustedes, indaguen la veracidad y credibilidad de la fuente que la origina, no se hagan portavoces de noticias falsas, denuncien aquellas noticias que pueden sabotear la armonía de nuestra sociedad y conviértanse en portadores de noticias veraces y verificables.

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